Cada sábado, si no hay algo excepcional que rompa la rutina, desayuno leyendo varias newsletters a las que estoy suscrita.
Cada una aporta cosas diferentes.
La tuya es como la escena de una buena película, de esas que tienen la habilidad de transmitir mucho sin aparentar gran cosa. La magia del cine. Y de tus letras.
Como decía Picasso que la inspiración te pille trabajando. Así que gracias por explicarnos el cómo haces que estas palabras cada semana nos hagan sentir, vibrar, reconocernos, pero sobretodo disfrutarlas. Me atrevería a decir que no eres el único que espera con ganas que pase la semana para recibir tus letras. Gracias por compartir y compartirte tan bonito. ¡Feliz sábado!
Cuánto de cierto hay en tus palabras Enric, a veces no sabes ni como ni porque pero te invade esa necesidad de plasmar en una hoja todos tus pensamientos aunque no siempre sea el momento adecuado. A mí también me gusta escribir de noche, desde siempre. Mi madre siempre me decía que era la hora de la inspiración cuando me encontraba despierta a media noche. Y desde entonces sufro de insomnio. Las ideas llegan solas y tal como vienen se van sin avisar. Disfruta del Proceso Amigo.
Me ha gustado mucho lo de: "Hay veces que escribo esta newsletter el lunes y me da mucha rabia tener que esperar una semana entera para publicarla, pero la inspiración viene cuando quiere. Le vas a decir tú a la inspiración cuándo presentarse ante ti. Como si no fueras tú el que está a su servicio, como si ella no supiera quién manda aquí."
Escribir no es algo natural desde el punto de vista cognitivo: es una forma tan nueva de comunicarnos, a escala de la evolución humana, que no es sorprendente que tengamos dificultades. Por eso resulta útil abordarla mediante una analogía con algo para lo que hemos evolucionado. Algunos autores sugieren abordar la escritura como si estuviera señalando algo en el entorno a otra persona - algo que notaría por sí misma, si sólo supiera dónde mirar. Imagine dirigir la mirada de alguien a través de un valle hacia una montaña concreta que destaca, al otro lado. Tiene que fingir que usted, el escritor, ve algo interesante en el mundo y que dirige la atención de su lector hacia ello.
Es esta una estrategia que parece obvia, pero enseguida pone de relieve el hecho de que muchos escritores hacen algo más. Los académicos suelen estar más inclinados a presumir de sus conocimientos o de su pertenencia a un círculo exclusivo. Los periodistas intentan a menudo despertar su ira o recabar apoyo para una causa.
Utilizar la estrategia que se ha apuntado más arriba hace que sea más fácil ver qué detalles son esenciales y cuáles no, y le ayuda a encontrar el equilibrio adecuado entre la condescendencia con el lector y la información insuficiente. No es que sea estúpido y usted le esté ilustrando, pero tampoco está en su cabeza. Así que tiene que mostrarle lo que ha observado. Mire allí: ¿lo ve?
Desde luego, es mejor la inspiración, pero quizás todo ayuda...
Yo últimamente duermo tan mal y sufro desvelos nocturnos de horas, que le he dado la vuelta y abrazo esos ratitos de noche, de silencio para pensar en ideas de escritura y para escribir también, o mandarme audios a mí misma reflexionando.
La redacción ayuda a detectar los puntos débiles exactos de tu comprensión de un concepto. Para mí, empezar a redactar en Substack fue descubrir rápidamente qué partes de un tema no conozco tan bien como creía.
Mi boletín (bueno, boletines, pues participo en 9 de Substack) es algo más que una colección de enlaces. Siempre hay un motivo por el que decido compartir algo, y me esfuerzo por comunicarlo en el boletín.
Pero ese por qué no siempre me resulta obvio, si puedes creerlo. Parece contraintuitivo -pensarías que si quiero compartir algo debo saber por qué-, pero no siempre es así.
Hay una habilidad necesaria para explorar y procesar los propios pensamientos. En ese sentido, redactar un boletín es casi una meditación. Tendré la necesidad de compartir algo, y luego tendré que hacer el trabajo necesario para averiguar por qué tengo esa necesidad.
Con el tiempo, esto se hace más fácil. Un boletín bimensual, por ejemplo, te obliga a flexionar ese músculo con regularidad, lo que se traduce en una mayor capacidad para pensar en profundidad en todos los aspectos de la vida. O, al menos, de mi vida, y de lo que conozco.
En parte, mis boletines son una cápsula del tiempo personal que me envío cada semana, o cada mes, cuando la inspiración me llega, sin cadencias pre-establecidas. Es probable que mis suscriptores sólo los lean una vez antes de seguir adelante con sus vidas, pero yo los guardo todos en un lugar seguro para consumirlos en el futuro.
Si me siento especialmente nostálgico, tengo un tesoro de contenido en el que rebuscar. Puedo leer mi primer boletín y mi mente se transportará instantáneamente a ese momento. Me ocurría con mis blogs, cuando mi ser se desplaaba al pico de la pandemia, junto con todos los pensamientos, preocupaciones y esperanzas que meditaba en aquel momento.
Para mí, la idea de que el contenido creado hoy se convierta en un regalo para mi yo futuro es una gran motivación; y también para mis hijos, si algún día esto les interesa. Gran parte de nuestras vidas y pensamientos cotidianos son efímeros. Me tranquiliza saber que puedo conservar pensamientos que alegrarán a mi yo futuro.
Y acabo, no quiero ser pesado. Pero quisiera decir una última cosa:
Coleccionamos amigos, conocidos y colegas de distintas partes de nuestra vida. Elegimos qué aspectos de nuestra personalidad revelar a cada persona, dependiendo del contexto de esa relación. Tus amigos del trabajo verán una versión distinta de ti que tus amigos del almuerzo, igual que los viejos amigos de la infancia conocen a una persona distinta de ti que los amigos hechos en la edad adulta.
Un boletín es una forma de compartir una parte mayor de ti con un público más amplio. Algunos amigos o antiguos colegas del trabajo, leyéndome, se han dado cuenta de que teníamos más en común de lo que se revelaba en un entorno empresarial. Algunos conocidos me han tendido la mano al darse cuenta de que compartíamos pasiones que nunca habían surgido en una conversación. Incluso amigos íntimos me han hablado de aprender algo nuevo.
Aunque la gente no lea el boletín con regularidad, para mí el mero hecho de que exista es un indicador de una vida interior rica. Permite que tanto desconocidos como no desconocidos piensen en ti como una persona multidimensional, en lugar de como un simple nombre que se desplaza por las redes sociales.
Gracias, Enric.
Cada sábado, si no hay algo excepcional que rompa la rutina, desayuno leyendo varias newsletters a las que estoy suscrita.
Cada una aporta cosas diferentes.
La tuya es como la escena de una buena película, de esas que tienen la habilidad de transmitir mucho sin aparentar gran cosa. La magia del cine. Y de tus letras.
Como decía Picasso que la inspiración te pille trabajando. Así que gracias por explicarnos el cómo haces que estas palabras cada semana nos hagan sentir, vibrar, reconocernos, pero sobretodo disfrutarlas. Me atrevería a decir que no eres el único que espera con ganas que pase la semana para recibir tus letras. Gracias por compartir y compartirte tan bonito. ¡Feliz sábado!
Los que tanto disfrutamos leyéndote (y me atrevería a decir que somos muchos), ¡lo haríamos encantados cualquier día de la semana!
Cuánto de cierto hay en tus palabras Enric, a veces no sabes ni como ni porque pero te invade esa necesidad de plasmar en una hoja todos tus pensamientos aunque no siempre sea el momento adecuado. A mí también me gusta escribir de noche, desde siempre. Mi madre siempre me decía que era la hora de la inspiración cuando me encontraba despierta a media noche. Y desde entonces sufro de insomnio. Las ideas llegan solas y tal como vienen se van sin avisar. Disfruta del Proceso Amigo.
Me encanta como escribes , gran newsletter.
Me ha gustado mucho lo de: "Hay veces que escribo esta newsletter el lunes y me da mucha rabia tener que esperar una semana entera para publicarla, pero la inspiración viene cuando quiere. Le vas a decir tú a la inspiración cuándo presentarse ante ti. Como si no fueras tú el que está a su servicio, como si ella no supiera quién manda aquí."
Escribir no es algo natural desde el punto de vista cognitivo: es una forma tan nueva de comunicarnos, a escala de la evolución humana, que no es sorprendente que tengamos dificultades. Por eso resulta útil abordarla mediante una analogía con algo para lo que hemos evolucionado. Algunos autores sugieren abordar la escritura como si estuviera señalando algo en el entorno a otra persona - algo que notaría por sí misma, si sólo supiera dónde mirar. Imagine dirigir la mirada de alguien a través de un valle hacia una montaña concreta que destaca, al otro lado. Tiene que fingir que usted, el escritor, ve algo interesante en el mundo y que dirige la atención de su lector hacia ello.
Es esta una estrategia que parece obvia, pero enseguida pone de relieve el hecho de que muchos escritores hacen algo más. Los académicos suelen estar más inclinados a presumir de sus conocimientos o de su pertenencia a un círculo exclusivo. Los periodistas intentan a menudo despertar su ira o recabar apoyo para una causa.
Utilizar la estrategia que se ha apuntado más arriba hace que sea más fácil ver qué detalles son esenciales y cuáles no, y le ayuda a encontrar el equilibrio adecuado entre la condescendencia con el lector y la información insuficiente. No es que sea estúpido y usted le esté ilustrando, pero tampoco está en su cabeza. Así que tiene que mostrarle lo que ha observado. Mire allí: ¿lo ve?
Desde luego, es mejor la inspiración, pero quizás todo ayuda...
¿Quién necesita dormir cuando puedes estar esperando a que venga la palabra perfecta?
Quizá la que te observa es la musa, de lejos, que mira cómo crecen tus ojeras.
Yo últimamente duermo tan mal y sufro desvelos nocturnos de horas, que le he dado la vuelta y abrazo esos ratitos de noche, de silencio para pensar en ideas de escritura y para escribir también, o mandarme audios a mí misma reflexionando.
La redacción ayuda a detectar los puntos débiles exactos de tu comprensión de un concepto. Para mí, empezar a redactar en Substack fue descubrir rápidamente qué partes de un tema no conozco tan bien como creía.
Mi boletín (bueno, boletines, pues participo en 9 de Substack) es algo más que una colección de enlaces. Siempre hay un motivo por el que decido compartir algo, y me esfuerzo por comunicarlo en el boletín.
Pero ese por qué no siempre me resulta obvio, si puedes creerlo. Parece contraintuitivo -pensarías que si quiero compartir algo debo saber por qué-, pero no siempre es así.
Hay una habilidad necesaria para explorar y procesar los propios pensamientos. En ese sentido, redactar un boletín es casi una meditación. Tendré la necesidad de compartir algo, y luego tendré que hacer el trabajo necesario para averiguar por qué tengo esa necesidad.
Con el tiempo, esto se hace más fácil. Un boletín bimensual, por ejemplo, te obliga a flexionar ese músculo con regularidad, lo que se traduce en una mayor capacidad para pensar en profundidad en todos los aspectos de la vida. O, al menos, de mi vida, y de lo que conozco.
En parte, mis boletines son una cápsula del tiempo personal que me envío cada semana, o cada mes, cuando la inspiración me llega, sin cadencias pre-establecidas. Es probable que mis suscriptores sólo los lean una vez antes de seguir adelante con sus vidas, pero yo los guardo todos en un lugar seguro para consumirlos en el futuro.
Si me siento especialmente nostálgico, tengo un tesoro de contenido en el que rebuscar. Puedo leer mi primer boletín y mi mente se transportará instantáneamente a ese momento. Me ocurría con mis blogs, cuando mi ser se desplaaba al pico de la pandemia, junto con todos los pensamientos, preocupaciones y esperanzas que meditaba en aquel momento.
Para mí, la idea de que el contenido creado hoy se convierta en un regalo para mi yo futuro es una gran motivación; y también para mis hijos, si algún día esto les interesa. Gran parte de nuestras vidas y pensamientos cotidianos son efímeros. Me tranquiliza saber que puedo conservar pensamientos que alegrarán a mi yo futuro.
Y acabo, no quiero ser pesado. Pero quisiera decir una última cosa:
Coleccionamos amigos, conocidos y colegas de distintas partes de nuestra vida. Elegimos qué aspectos de nuestra personalidad revelar a cada persona, dependiendo del contexto de esa relación. Tus amigos del trabajo verán una versión distinta de ti que tus amigos del almuerzo, igual que los viejos amigos de la infancia conocen a una persona distinta de ti que los amigos hechos en la edad adulta.
Un boletín es una forma de compartir una parte mayor de ti con un público más amplio. Algunos amigos o antiguos colegas del trabajo, leyéndome, se han dado cuenta de que teníamos más en común de lo que se revelaba en un entorno empresarial. Algunos conocidos me han tendido la mano al darse cuenta de que compartíamos pasiones que nunca habían surgido en una conversación. Incluso amigos íntimos me han hablado de aprender algo nuevo.
Aunque la gente no lea el boletín con regularidad, para mí el mero hecho de que exista es un indicador de una vida interior rica. Permite que tanto desconocidos como no desconocidos piensen en ti como una persona multidimensional, en lugar de como un simple nombre que se desplaza por las redes sociales.