No sé si a vosotros os pasa, pero a mi cada vez me ocurre más. Es un fenómeno que vengo observando desde hace tiempo y que en los últimos años ha ido creciendo. En cualquier cena con amigos, reunión social, conversación con la pareja o incluso en momentos de soledad, el tema central es el trabajo. La profesión lo ha invadido todo. Ya no se comparten sueños, aficiones, emociones, vivencias de la vida cotidiana. Ahora todo es trabajo. Cómo se ha reinventado cada uno, qué estrategias utiliza, cuánto ha facturado en su último lanzamiento o qué es lo siguiente que tiene en la cabeza.
Cuando era pequeño, me encantaba colarme en la mesa de los adultos y escuchar las conversaciones entre mis padres y sus amigos. Recuerdo las risas con los chistes que contaba uno, las discusiones sobre política, los comentarios sobre algún programa de televisión y las miles de cosas del día a día que se comentaban. Ahora lo hemos reducido todo al trabajo, a los proyectos, a la facturación y al impacto que todo eso tiene en nuestra vida.
Tengo la sensación de que nos hemos olvidado de vivir. Hasta ahora éramos seres humanos que dedicaban parte de su tiempo a trabajar y ahora somos trabajadores que dedican parte de su tiempo a ser humanos. Sobreentendemos que un: ¿qué tal te va? Es en realidad un: ¿cómo va el trabajo? Aquello que debería ocupar parte de nuestro día y proporcionarnos los recursos para vivir, se ha convertido en nuestra vida. La trampa de la vocación nos ha atrapado a todos y no sabemos cómo salir de ahí.
El filósofo Confucio dijo: “Elige un trabajo que te guste y no trabajarás ni un día”, pero esa cita tiene matices. No tendrás la sensación de estar vendiendo tu tiempo por algo que detestas, eso es verdad. Pero a cambio, se desdibuja la línea entre ocio y negocio y la profesión acaba convirtiéndose en algo parecido a la identidad.
Por suerte, algunas cosas están cambiando. Leía, en un artículo, que los jóvenes han redefinido la idea de éxito y que ya no les interesa ascender si su salud mental está en juego. Lo llaman quiet ambition porque todo tiene que tener su nombre en inglés, pero a mí me recuerda mucho a la historia que me contó un amigo, hace años, sobre una entrevista de trabajo en la que, quien iba a ser su jefe, comido por el estrés, con mala cara y pocas horas de sueño, le dijo: “si lo haces bien, en unos años podrás estar en mi puesto”. Y ese fue el motivo por el que rechazó la oferta.
Depende de lo entorno que te rodea así se hablará de un tema u otro ! Ahora mismo estar en una mesa que se hablará de trabajo sería para mi un sueño jajajajs ! Cuando llegan los hijos el tema único en las mesas de adultos son los hijos , si comen , que comen , si el mío hace esto o lo otro , y acaban comparando hijos , actividades extraescolares y productos de limpieza , así como si el marido se ocupa o no se ocupa del niño ! Así que hablar de algo que no sean niños me parece un sueño sinceramente !
El entorno lo es todo y el saber diferenciar el momento y el lugar en el que te encuentras para hablar de diversión y olvidar si eres madre , padre , dueño de una empresa , negocio o vete a saber una ilusión ! Un abrazo
Pues en mi círculo de amigos, familia y pareja no pasa. De hecho evitamos hablar de trabajo, por mucho q nos apasionen nuestros oficios, hay cosas mucho mas interesantes para compartir en una comida o cena: viajes, la última obra de teatro, un buen libro, recomendar un museo, temas de familia, salud, bienestar personal, política, moda…. De hecho se me hace difícil recordar la última vez q hablé de trabajo con alguien q no es de ese ámbito! La desconexión del curro para conectar con todos los aspectos de la vida es esencial.