Estos días he tenido en casa a una amiga que es un tesoro. Se llama Adriana, tiene 72 años y se ha pasado el juego de la vida. Es argentina, pero con 20 años cogió un barco desde Buenos Aires que la llevó a Barcelona, de allí se fue a París y después de vuelta a esa Barcelona de finales de los años 70 y principios de los 80 que a mí tanto me hubiera gustado vivir. Ahora, por desgracia, vive en Madrid y nos vemos menos de lo que me gustaría.
Como cuando algo me gusta soy muy curioso, nunca dejo de preguntarle sobre las cosas que hacían en su época y ella me cuenta las historias como nadie. Hemos pasado horas conversando sobre su vida y me encanta escucharla. Fue madre soltera joven y salió adelante con mucho talento y ningún miedo. Se acabó convirtiendo en la mejor coach de comunicación de este país y por sus manos han pasado multitud de presentadores de televisión y presidentes de grandes empresas.
Uno de estos días, mientras charlábamos, yo le dije que cuando me levantaba por la mañana mi primer pensamiento era que todo fuera bien, que el día sea tranquilo y que ojalá no pase nada. Yo creía que era algo normal, pero Adriana me miró horrorizada y me dijo: “Pero si lo interesante es que te pase todo”.
Comparto esto por aquí porque me pareció muy inspirador y transformador. Desde dónde vivimos es la clave. Desde el miedo esperando que no pase nada o desde las ganas de que nos pase todo. Mejor que pasen cosas, que nos embarremos, que tengamos miles de situaciones, algunas que se nos escapen de las manos. Que nos desbordemos, que nos supere la vida a veces y la volvamos a estabilizar. Que vivir es eso, no tener el control.
Justo hoy he salido de casa y llovía. La moto ha tenido que quedarse aparcada y tocaba coger taxi. Evidentemente el primer impulso ha sido quejarme y comenzar el día torcido, pero he intentado poner en práctica lo aprendido estos días y he cogido un cabify con mi mejor sonrisa. Pues resulta que el conductor ha resultado ser un freestyler dominicano que vive en Berlín pero está pasando unos meses en Barcelona y me ha improvisado una canción mientras conducía (lo subí a stories de Instagram).
Y al llegar he pensado en cuanta razón tiene Adriana. La vida es para dejarse sorprender. Para fluir y que pasen cosas. Porque todo lo que nos pasa forma parte de la vida, lo bueno y lo malo. Y quejarse es poner barreras a lo que está por venir.
Por cierto, este domingo Adriana en el podcast Vidas Contadas, no os lo perdáis.
Toda la razón, Enric. Eso de quejarse es para los que no quieren vivir la aventura de la vida. ☺️. Leí hace poco esta frase: “La queja trae pobreza, la gratitud abundancia”.
Un abrazo.
Para mí, de las mejores newsletters hasta ahora. Quizás es por mi momento personal pero que suerte que existan personas como Adriana, esperando ese podcast con ganas!