El otro día, un invitado del podcast me contaba (fuera de micro) que una vez una señora le confesó que sus tres hijos no eran de su marido. Que cuando lo estaban intentando con el primero, el médico le aseguró que el señor en cuestión nunca iba a poder dejarla embarazada. Y la señora, por amor al marido, sabiendo que su sueño era ser padre, se acostó con otro hombre y se quedó embarazada. Y repitió esta operación hasta tres veces, con tres hombres diferentes. Lo hacía por complacer al marido, decía ella. Y eso me dio mucho que pensar.
Nos han enseñado que está mal mentir, pero quizá es el motivo por el que engañamos lo que lo convierte en algo mezquino. ¿Acaso no hemos sido todos flagrantemente mentidos por nuestros padres sobre quién trae los regalos en Navidad? Ya, lo sé, es por nuestra ilusión. Pero es una mentira igual. Y durante años. Entonces, quizá sean los motivos por los que uno miente lo que lo cambia todo. Si mentimos para beneficiarnos nosotros o para beneficiar a los demás. Puede que esa sea la diferencia entre ser sincero y ser honesto.
Hablaba hace unos meses con el psicólogo Xavi Guix sobre la gente que, bajo el pretexto de ser muy sincera, en realidad comete sincericidios. Decir lo que pensamos sin filtros, aunque duela, o mentir para evitarle el sufrimiento a alguien. Si un amigo te enseña un proyecto terminado y tú no lo ves claro, si tu hijo te pregunta si es bueno haciendo algo, si tu pareja se ilusiona con unos zapatos que le quedan mal… ¿Hay que mentir o decir la verdad? ¿Qué es más dañino? ¿Qué es mejor?
El señor que no podía tener hijos finalmente murió sin saber la verdad, pero la mujer aseguraba que fue un padrazo y que siempre estuvo muy orgulloso de sus hijos, de los que a veces destacaba lo mucho que se parecían a él. Vemos lo que queremos. Lo que más se acomoda a la realidad que nos conviene creer, que en ocasiones no coincide con la verdad. Lo hacemos con las relaciones que tenemos, las decisiones que tomamos o los trabajos que aceptamos. Mentir es, a veces, la mejor forma que hemos encontrado para no hacernos daño.
Mucho que pensar, mil gracias por tu newsletter siempre motiva una reflexión, hay mentiras y medias mentiras hay verdades y medias verdades hay silencios y hay puntos de vista, lo importante es buscar el beneficio del otro, puede ser la clave para elegir decir una cosa u otra, si le afecta lo que vayas a decir. Como canta Manolo García "Si lo que vas a decir no es mas bello que el silencio no lo vayas a decir"
Gracias, Enric.
Me has dejado pensando.
Lo de esta mujer que comentas va bastante más allá de una mentira.
Por supuesto depende de los valores de cada uno pero el hecho de decidir entre una mentira y una verdad depende de las implicaciones de las mismas y el daño que puedas hacer a la otra persona.
Los sincericidas, al final, son egocéntricos y solo piensan en ellos mismos.