Hoy ha sido un día de esos largos en los que pasan muchas cosas. A las 9:30 de la mañana estaba en un estudio de sonido, al lado de la Sagrada Familia, en la grabación de un podcast para una marca que estamos haciendo en la productora. Al salir, me he parado un rato a observar la obra de Gaudí, deslumbrado por lo impresionante que es verla de cerca. ¿Cómo puede construir algo así una mente humana?
Después moto, oficina, comer con mi amigo Ferran, visita inesperada en la ofi (como casi cada día) y sobre las 18h salía por la puerta. Como era temprano, he decidido hacer una de las cosas que más me gusta cuando tengo tiempo: darme una vuelta por una tienda de libros. Ando lento, miro portadas, hojeo, leo contraportadas… Voy cogiendo algunos libros que selecciono como finalistas y me siento en una butaca para decidir cuál llevarme. Hoy han caído dos: “De qué hablo cuando hablo de escribir” de Murakami y “Principios” de Ray Dalio.
Cuando he salido de la tienda todavía no tenía ganas de ir a casa, así que he decidido entrar en un bar y estrenar mis nuevas lecturas. Allí he conocido a Elena, una señora de 62 años que estaba sentada a mi lado y me ha preguntado qué leía. Desde ese momento hemos estado hablando de libros, de viajar, de estar solo, de religión y de astrología. Después ella se ha ido a cenar y yo todavía me he quedado un rato más.
Otra vez moto, parada de rigor en el súper para comprar algo de cena y para casa.
No os cuento esto para que sepáis qué tal me ha ido el día, sino porque de camino a casa pensaba en la de situaciones que vivimos en cada decisión que tomamos. ¿Cuántas cosas nos perdemos por décimas de segundo? ¿Cuántas personas no habremos conocido por doblar en una esquina en lugar de hacerlo en la siguiente? Cada paso que damos es la llave a un universo único que elimina millones de posibles universos alternativos. Y eso es la vida. Miles de micro decisiones creando realidades que están a punto de no ser vividas jamás.
La parábola de los ex - futuros de Unamuno. A mí también me tiene loca el tema. Lo que podía haber sido y no fui.
Hoy de repente me he cambiado de acera. No sé por qué, pero así lo he sentido. Por ello he podido limitarme a sentir que algo ocurría... algo horrible. En la parte exacta que había abandonado. Una persona se acababa de precipitar al vacío. Conozco los detalles desde casa... en el momento que ocurrió sólo me invadieron las sirenas. Oh