No voy a empezar con aquello de que crisis significa oportunidad en japonés. ¿Qué más dará lo que signifique en otro idioma? Lo importante es lo que significa para cada uno. Para mí, crisis, solamente significa necesidad de un cambio de modelo. Significa que viene lo nuevo. Significa mudar la piel. Significa transformación.
La famosa y temida crisis de los 40 está siendo como una especie de iluminación en la que ya no hay nada que valore más que el tiempo. Cada minuto no aprovechado es un pecado. Cada día no vivido pesa como una losa porque sabes que no va a volver. Y no es que vivir sea estar en una montaña rusa de emociones, como si esta nueva etapa tuviera que ser un parque de atracciones continuo. Ni mucho menos. Vivir, al menos en mi caso, significa libertad. Hacer lo que de verdad te apetece. Vivir es tomar más decisiones y dar menos explicaciones. Vivir es que te mueva la curiosidad, las ganas, la ilusión. Vivir es llenar el día de cosas que te hagan sentir bien. Entender que nos iremos sin nada. Vivir es tener tiempo para no tener prisa.
El otro día, viendo un vídeo, me encontré con la frase: “Si te mueres y te sobra dinero es que has hecho mal las cuentas”. Para los que tengáis la tentación de pensar que eso es una irresponsabilidad, deciros que la idea original es del premio Nobel de economía Franco Modigliani, que dijo: “La herencia es un error de cálculo”. En la era de la comodidad, le hemos dado al dinero un poder que no tiene. El tiempo es el bien más preciado que tenemos y supongo que a cierta edad quieres comenzar a malgastar el menos posible. Por eso la gente mayor no discute. ¿Para qué? Si es mejor tener tranquilidad que la razón.
Bendita crisis de los 40. Y que vengan muchas más. Pero acompañadas de mañanas tranquilas, de días emocionantes, de nuevas ilusiones, de tiempo para pensar, de conversaciones interesantes, de cenas con amigos, de noches divertidas y sobre todo de paz. Que a partir de cierta edad hay que escoger muy bien las guerras en las que uno se quiere meter.
Dice Pepe Múgica que cuando compramos algo no estamos pagando con plata, estamos pagando com el tiempo que nos tomó ganar esa plata.
Y así es, tal cuál, indiscutible. Hay algo más valioso que el dinero, y es nuestro tiempo.
Ya estoy más cerca de los 50 que de los 40 y creo que es la década que más estoy disfrutando.
Cada vez entiendo menos a las amigas que están tan pendientes de la edad y que no son capaces de afrontar el paso de la tiempo.
Me encanta cumplir años, ¡qué más da que sean 40, 50...!
M