Hacía tiempo que no mandaba newsletter, pero ayer leí algo que me gustó y quería compartirlo por aquí. Decía que en esta vida solo hay dos personas a las que no puedes decepcionar. Y no son tus padres, ni tu pareja, ni un hermano, ni los amigos. Las dos únicas personas a las que no puedes decepcionar en esta vida es a tu yo de 8 años y a tu yo de 80.
Me dio que pensar. Cuando somos pequeños soñamos sin filtros y vemos el mundo como un lugar donde todo es posible. Construimos una vida increíble en nuestra imaginación y nos visualizamos de mayores cumpliéndola. Puede que en algún punto del camino la cosa se tuerza, pero a ese niño o niña de 8 años no le valdrían las excusas. Hay que seguir intentándolo.
Y cuando tengamos 80, seguramente nos arrepintamos de todo lo que no hemos hecho. De todos los “y si” que no nos dejaron lanzarnos a por lo que de verdad queríamos. De no vivir una vida libre y plena. De no levantarnos cada día con ganas de vivir ese día a tope. De no comernos la vida sabiendo que esto no admite ensayos, que solo tenemos una oportunidad.
Intentemos, pues, no decepcionarlos y vivir la vida como uno soñaba y como el otro estará feliz de recordar.
A propósito de esta carta he pensado en mi caso particular. Yo creo que a mí, y a otros muchos, la pandemia me dio la ocasión de pensar en mí, en mi felicidad y en mi vida. En un trabajo que no me hacía feliz; más bien al contrario, me hacía desgraciada.
Me he liado la manta a la cabeza, he dejado un trabajo fijo y seguro y ahora me dedico a hacer pendientes y a venderlos y he comenzado un grado a distancia. Y ahora siento que mi yo de ocho años se sentiria orgullosa y mi futura yo de 80 también porque lo he intentado, con mayor o menor éxito, pero lo he intentado.
y como siempre llega Enric y nos hace pensar! no se admiten ensayos y a veces actuamos sin pensar en eso...
un gusto leerte