Voy en un tren escuchando Breaking Bad de Leiva y hay una frase que siempre me deja pensando: “Cuidado con las expectativas”.
Porque son las culpables de las grandes decepciones. Vivimos proyectando qué pasará con nuestro futuro, cómo será aquella persona que conocemos o cómo deberían salir los proyectos que tenemos entre manos. Vivir sin expectativas significaría ver solo la cara buena de las cosas, porque cuando no esperas nada todo lo que viene es un regalo. Pero cuando las expectativas entran en la ecuación nos destacan lo malo, lo que no está a la altura de aquello que habíamos imaginado.
Es muy común que frente a una ruptura los amigos te digan aquello de: “la estás idealizando, ella no era así”, pero no solo lo hacemos frente a una ruptura, sino cada día con todas las personas con las que nos relacionamos. Nunca vemos a la verdadera persona que está con nosotros, sino a la interpretación sesgada que hacemos de ella. Porque aunque parezca raro, nadie existe.
Existimos únicamente en la mente de los demás, pero para nadie somos la misma persona. Por eso no existimos como un individuo al que se le pueda juzgar objetivamente, sino como proyecciones subjetivas de cada persona que nos conoce. Somos la expectativa constante de la gente que nos rodea. A veces aciertan, a veces no.
Como dijo la gran Rosa Montero en una entrevista que me encontré hace poco: “Necesitamos los ojos de los otros para ser nosotros”. Es por eso que si le preguntan por nosotros a un amigo, a nuestra madre, a un compañero de trabajo, a un vecino o a una ex-pareja, las respuestas serán completamente distintas. Y todos aciertan, porque nosotros somos, en realidad, lo que cada uno de ellos cree que somos. Su expectativa. Cumplida o no.
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Las expectativas, ese elemento tan complejo e ilusorio a veces que en otras ocasiones, sin embargo nos da los motivos para seguro creciendo y evolucionando. Lo mejor es aprender aquí y ahora y las expectativas cuando vienen, las saludas, las dejas pasar y vuelves al ahora y al aquí. Luego ya veremos si las nuestras encajan con las del de enfrente y si no pues no pasa nada. Al final lo que importa es vernos a nosotros y decidir ser sin más. El resto, al final viene solo.
Gracias por esta reflexión Enric, da para pensar .Las expectativas me parecen peligrosas porque creo que me alejan de la realidad , del momento presente .Muchas veces las tengo muy altas en cuanto al futuro y acabo frustrada ,o las tengo altas y caigo en la negatividad