Hay una frase que se dice en el mundo del deporte y me encanta: las medallas se ganan en los entrenamientos. A las competiciones solo se va a recogerlas. Y me gusta porque sirve para todos los ámbitos de la vida. Lo más importante siempre es lo que no se ve, lo que se hace en la sombra. Para que las cosas sucedan hay que trabajar con mucha constancia y sin hacer ruido. Y cuando el resultado sale a la luz y tiene éxito, parece que haya sido fácil o cuestión de suerte, pero no. Es la consecuencia del esfuerzo que no se ha visto.
Justamente, esta semana terminó la serie de televisión Cuéntame cómo pasó, que es la más longeva de la historia en España y una de las más exitosas a nivel de audiencia. Ha estado ni más ni menos que veintidós años en emisión, que se dice rápido, pero es toda una vida, sobre todo para algunos de los actores que comenzaron con siete años y la han terminado con veintinueve.
El caso es que esta serie fue la primera que creó la productora Grupo Ganga que, sin tener ningún recorrido en ficción, intentó venderla, sin éxito, durante meses a varias televisiones. Nadie quería arriesgar con un formato nuevo de una productora sin experiencia y con una gran mayoría de actores desconocidos. Como curiosidad, el papel de Merche no estaba pensado para Ana Duato, pero Miguel Ángel Bernardeau, creador de la serie y marido de la actriz, propuso que el papel protagonista fuera para su mujer.
Finalmente, TVE la compró a regañadientes y tuvo problemas desde el principio, ya que Cuéntame, que era el título original de la serie, estaba registrado y tuvieron que rebautizarlo a Cuéntame cómo pasó. Y de hecho, hasta la misma tarde del día de emisión, estuvieron planteándose si seguir adelante con el proyecto, ya que tenían serias dudas de que al público le fuera a interesar una ficción sobre una familia española de los años sesenta.
Si con las primeras negativas los productores se hubieran rendido, nos habríamos perdido la serie que ha cambiado la historia de la televisión en España. Y supongo que todas las cadenas que la rechazaron llevan veintidós años arrepintiéndose de aquella decisión. Pero las medallas se ganan en la sombra y seguir creyendo en tu proyecto cuando nadie confía en él es parte del proceso. Un proceso que a veces parece no ser el camino, pero que puede acabar haciéndote subir al podio.
Por cierto, como broche final a esta historia, está la muerte de uno de sus creadores, Eduardo Ladrón de Guevara, horas antes de la emisión del capítulo final de la serie. No se me ocurre una forma más literal de cumplir con tu propósito de vida.
Cuéntame es una de esas series que me han acompañado en la vida. La he visto a temporadas, era religión en casa madre los jueves, y recuerdo que, nada más casarme, lloré el primer capítulo sola en mi salón. Me faltaba algo. Vi algunos episodios aislado de la época COVID, pero estos 7 me los he visto todos porque era el momento de cerrar una etapa. Lloré muchísimo, eso sí, porque mi abuela ya no está con nosotros y ver morir a Herminia fue como perderla otra vez. Cuéntame es la historia de una vida. También es un poco la historia de la nuestra.
Dios, no sabía que había muerto. Con esa serie veía la tele en la aldea, con la familia. Todos veíamos la misma serie, a la vez. Sin planear. A la hora que se emitía, quedándonos sin dormir hasta tarde ese día. Quizá esa manera de vivir era mejor que sentarse a elegir una película o serie entre millones en un Netflix cada día de menos contenido de calidad. No lo sé. Quizá aquellos años de Cuéntame eran mejores o quizá sólo es nostalgia.