He tenido que salir corriendo de donde estaba (menos mal que solo) para venir a escribir. Me pasa a veces, tengo que dejar lo que estoy haciendo porque me viene una idea y me pone nervioso no volcarla en papel. Es como si alguien me estuviera dictando y no pudiera apuntar. Cuando me pasa eso, escribo desordenado, errático y caótico. Y luego las frases se van ordenando hasta llegar a tener algún sentido. Ni yo mismo sé cómo pasa exactamente.
Para mí, escribir no es algo intelectual que hago desde el cerebro, sino más bien algo instintivo que me sale de las entrañas. Leo o veo algo, o simplemente me viene la idea a la cabeza y voy tirando del hilo mental hasta que, de repente, aparece un texto casi completo que me atropella y no me deja pensar en nada más.
Pues bien, la cosa es que estos días he estado hablando de relaciones personales con diferentes amigos y me he dado cuenta de que buscamos lo que ni siquiera nosotros somos capaces de dar. Exigimos a los demás las cosas que queremos, como si las relaciones fueran a la carta. Pero la mayoría de veces lo que hay es un menú. Con algunas cosas que te gustan más, otras menos y, con suerte, un par de postres que te encantan.
Porque todos somos demasiadas cosas como para encajar perfectamente con alguien. Pero esas contradicciones solo nos las aceptamos a nosotros mismos, nunca a los demás. Cambiar de opinión, ser incoherente, tener miedos, creencias y dudas… ¿Y qué? Lo estable se estanca. Hay que aprender a vivir en movimiento constante. Aunque eso genere corrientes que a veces desbordan.
Todos tenemos nuestras mierdas, pero no toleramos que la gente a la que conocemos también las tenga. Quizá porque están poniendo de manifiesto que aquí tarados estamos todos y no lo queremos ver. Y creo que ese es uno de los problemas de hoy en día, que buscamos a personas perfectas en lugar de encontrar a personas auténticas.
Por eso no me gustan las aplicaciones tipo Tinder. Porque en ese mercado de la perfección todo me parece artificial. Miles de personas en un escaparate intentando ser elegidos, a golpe de click, por su aparente excelencia. Ya lo sé, ahora funciona así, pero yo no me siento cómodo. Qué le voy a hacer, serán los 40 que se me empiezan a notar.
Llamadme romántico, naíf o imbécil, pero yo sigo prefiriendo que alguien se te cruce por casualidad, coja tus prejuicios, los tire a la basura delante tuyo y tú solo puedas sonreír. Eso se parece bastante a la idea que tengo del amor. Tener ganas de ver a alguien que quizá no hubieras escogido por catálogo y pensar en lo que te hubieras perdido. Porque para mí, estar enamorado es no poder explicar porqué lo estás.
Parece que te has metido en mi cabeza y has escrito mis pensamientos.
Pensaba que era una de las raras que no ven Tinder o cualquiera de esas aplicaciones de ligar como una opción. Me resulta hasta desagradable ver a la gente expuesta ahí, como si fuera un mercado de carne, en el que te eligen o no por una foto, sin realmente preocuparse que hay detrás, quién es la persona.
Dónde ha quedado eso de mirarse furtivamente en un bar o en cualquier otro sitio, sonreír con nervios, la emoción que sientes cuando se van acercando a ti para ese primer "hola", una conversación entre risas, probablemente rodeada de tus amigas y de sus amigos. Ese tonteo, el flirteo hasta pedir el teléfono y darlo con la esperanza de que al día siguiente recibirás un mensaje con un "ayer me gustó hablar contigo, me encantaría volver a verte" y tú te desparramas de la emoción.
Soy una moñas o una clásica, no sé, pero me ha igual, donde este el cara a cara, el mirarse a los ojos, el ver los mensajes que te manda tu cuerpo y el suyo.... que se quite cualquier fría aplicación.
Yo siempre se lo digo a mis amigas, que creo que la clave para que una relación funcione está en que tus mierduzas y las de el/la otra/o encajen, porque tenerlas las tenemos todos y el que no lo quiera ver.....mal empieza. Y lo dice alguien que a sus 43 recién cumplidos lleva 25 años compartiendo vida con el mismo hombre. El no es perfecto, ni yo tampoco, pero somos perfectos el uno para el otro!