Decía el escritor italiano Cesare Pavese, que no se recuerdan los días, se recuerdan los instantes. Y estoy de acuerdo. Pero cada vez me cuesta más recordar momentos. Tengo la sensación de que últimamente vivimos demasiado deprisa. Todo es tan inmediato que no dejamos espacio al reposo que la memoria necesita.
El otro día, en una comida, me preguntaron qué había sido lo mejor de la semana y no supe contestar. Tuve que abrir la agenda del móvil para averiguar qué había hecho en los últimos siete días. No recordaba nada. Los días pasan y dejan recuerdos fugaces que apenas logran meterse en la cama con nosotros.
Llenamos las horas con películas, series, libros, quedadas, cenas, eventos, fiestas, compromisos… y no queda espacio libre. Ya no hay rituales, ni calma, ni aburrimiento. No hay conversaciones largas, días sin planes, ni sobremesas. Las tardes de manos congeladas y risas en un parque con amigos, ahora son un scroll interminable en alguna red social que nos deja una sensación de vacío inmensa.
Últimamente se ha convertido casi en una obsesión la búsqueda de momentos en los que disfrutar de las cosas de forma pausada. Una paseo por una librería, un café y una buena charla, escribir en algún sitio inspirador o simplemente vegetar en la cama. Bostezar, no pensar en nada, cantar en la ducha, conducir sin rumbo, anular planes. Sentir que sales del videojuego un rato. Perder el tiempo para ganar vida.
Y a los que por circunstancias no podemos ir tan a tope por la vida.....nos da la sensación de que estamos perdiendo el tiempo..y no aprovechamos la gran oportunidad de ir lentos y conscientes.
Gracias Enric. Un placer leerte.
Se me pasó, en este ir y venir de la vida a cien por hora, tu presentación en Valencia.
A veces parece que tenemos que ir en contra de todo para parar la vida, para congelar un instante. Intentamos llegar a todo y es imposible.
Seguiremos buscando momentos. O mejor: disfrutándolos.
Gracias por tus letras.