Son las 20h y varios amigos hemos quedado en Gracia, uno de los barrios de Barcelona que más bares tiene por metro cuadrado. Somos siete, tres chicos y cuatro chicas. Nos sentamos en la mesa redonda que está en la esquina y, mientras pedimos, se van dando las primeras conversaciones desordenadas y atropelladas. Hay varias a la vez. La mayoría son de relaciones. A unos les dejan, otros son dejados y ni unos ni otros saben exactamente los motivos. Simplemente a veces las cosas no van, o se complican o las complicamos nosotros. Pero cada semana hay alguna baja.
De repente un tema nos une a todos en una misma conversación. Marta dice que si pudiera volver unos meses atrás no comenzaría la relación a distancia que ha tenido con un chico de Bilbao. Que hay cosas que sería mejor no haber vivido porque ahora solo sufre recordándolas. Nos plantea a todos un dilema interesante: ¿qué sería mejor? ¿Vivirlo todo siempre aunque luego lo pases mal o poder borrar los momentos que después echas de menos?
El debate está servido. Javi dice que a él le compensa, que al final todo se cura y la experiencia te queda para toda la vida. Laura dice que ella lo borraría porque solo sirve para echar de menos lo que ya no tienes y que si nunca lo hubiera conocido no sabría que una vez lo tuvo. El debate sigue y Andrea dice que depende del tiempo. Que ella no borraría los cuatro años maravillosos que vivió con Paula aunque después tardara dos en olvidarla. Javi opina que depende de las cosas que te haya aportado esa relación y Miki dice que él tuvo el mejor sexo de su vida durante un año y que ahora todo le sabe a poco.
Como siempre, no hemos llegado a ninguna conclusión, pero me voy a casa pensando en qué preferiría yo. Vivir y sufrir o evitar y olvidar. Supongo que para eso están los amigos, para hacerte plantear cosas que hacen que te conozcas un poco mejor a ti mismo.
Al llegar a casa lo tengo claro. Siempre vivir. Y echar de menos. Y cagarse en todo porque no salió bien. Y que se te escape una sonrisa recordando tonterías. Ponerte triste justo después. Y también el día que ya estás mejor, y la primera noche que ya no te acuestas pensando en ella. Y volverse a ilusionar. Y volver a cagarla. O quizá esta vez no. Porque vivir es eso. Vivir es todo.
Siempre vivir. Aunque a veces duela, porque si vives, siempre sabes lo que te gusta y lo que no. Lo que te suma y lo que no. Y quizás como bien dices...la próxima será la buena o quizás no, pero lo vivido y especialmente lo sentido, eso solo suma. Aunque duela aunque sangre, pero como todas las heridas, siempre se curan y te dejan la cicatriz para decir. ¡¡¡Vaya viaje he tenido!!!
VIVIR y con bien de mayúsculas ;)