Desde que comencé a escribir esta newsletter, me prometí a mí mismo que siempre diría la verdad. Bueno, mi verdad. Quería construir este espacio para expresarme libremente y poder decir lo que pienso. Y a veces, lo que pensamos nos mete en jardines, pero ¿cuál es la alternativa? ¿No opinar? ¿No tener un criterio propio? ¿No sacar conclusiones sobre lo que nos pasa? Lo único realmente importante en la vida es saber en qué guerras vale la pena luchar y en cuáles no. El resto de batallas son inútiles. Siento que este rinconcito que compartimos los sábados por la mañana es una zona de seguridad que sirve para reflexionar sobre temas de los que normalmente no hablamos ni con nuestros amigos.
El otro día pensaba sobre la masculinidad. O mejor dicho, sobre las masculinidades. Porque una de las cosas que aprendes con la edad, es que no existe una sola forma de estar en el mundo y mucho menos de ser hombre o mujer. Nos guste o no, la masculinidad se aprende. Nos la enseña nuestro padre con su ejemplo. No con lo que dice, sino con lo que hace. Y de ese ejemplo entendemos qué significa ser un hombre. Y también la aprendemos de nuestra madre, que nos enseña qué es lo que espera una mujer. Esa es la base. Y a partir de ahí, las series, las películas, los amigos, los primeros amores…
No es que el primer amor sea el que más nos marca, eso es una tontería. Pero sí que es con el que empezamos a ensayar lo que nos han dicho en casa. Y ahí comienzan a aparecer las primeras grietas. Supongo que eso es a lo que llamamos adolescencia, a descubrir la mentira. Una mentira contada por alguien que no sabía que nos engañaba, porque esa era su verdad. Y entonces nos preguntamos: si esto no era, entonces, ¿qué es? Y justo ahí es donde comienza la búsqueda.
El camino es largo y complicado y, como pasa en todas las búsquedas, hay muchas más preguntas que respuestas. El ensayo y error nos va regalando algunas certezas y muchas dudas. A veces aciertas, otras veces la cagas, y casi siempre aprendes. Y entonces sales al mundo y descubres que lo que había en casa era solo una pequeña parte de lo que existe. Ni siquiera tiene porqué ser lo mejor o lo que encaja contigo. Por algo las raíces están bajo tierra. Porque forman parte de ti, pero no definen quién eres.
Y conoces otras formas de ser hombre. Y entiendes, por ejemplo, que la valentía no tiene nada que ver con la agresividad, sino todo lo contrario. El coraje es atreverse a ser vulnerable. Y descubres que perderse no es tan malo, porque es en el camino donde pasan las cosas realmente interesantes. Comprendes que el respeto no se gana con autoridad, sino con cariño. Y comienzas a leer, y a viajar, y a crear tu propio mundo y tu propia forma de estar en él. Y te sientes más tranquilo, más en calma.
A mí y a mi masculinidad nos define la sensibilidad, la pasión por los detalles, la obsesión por la belleza, poder reírse de todo, saber escuchar, sostener a la gente que quiero, no tener nada demasiado claro, refugiarme en el arte, cumplir con mi palabra, aprender de todo, enfadarme poco y disfrutar de la vida. Estoy convencido de que todas las cosas que de verdad valen la pena, se construyen. Por eso tardamos unos años en descubrir quién somos, pero hoy tengo claro que este es el hombre que me gusta ser.
Qué necesario es leer algo así. No solo por lo que dices, sino por cómo lo dices: con calma, con honestidad, con esa mezcla tan tuya de vulnerabilidad y lucidez.
Me he sentido muy identificado con ese viaje de revisión y desaprendizaje. Yo también crecí con una imagen de lo que “debía ser un hombre” que luego no encajaba con lo que sentía por dentro. Durante mucho tiempo pensé que el valor estaba en tenerlo todo claro, en ser fuerte, en no dudar... hasta que descubrí que lo verdaderamente valiente es sostenerse en la duda, mostrarse sensible,los patrones heredados se rompen con los gestos.
Me ha gustado especialmente la frase: “las raíces están bajo tierra. Porque forman parte de ti, pero no definen quién eres”. Qué maravilla cuando uno empieza a elegir qué quiere seguir cultivando y qué no.
Gracias por escribir con tanta verdad.
Un abrazo desde este lado del camino.
Gracias Enric , me quedo con la frase , todas las cosas que valen la pena se construyen , así es , no es fácil el camino pero es precioso caminar en él. ✨