Ayer estuve grabando el capítulo de un podcast que estamos haciendo para una marca y cuando terminamos les propuse a los invitados seguir la conversación tomando algo en un bar. A él lo conozco mucho y a ella de haberla entrevistado en otra ocasión. Los dos aceptaron y nos fuimos, junto a Ana, mi productora, a tomar algo.
Estuvimos charlando un par de horas sobre lo que supone la fama para ellos, que son bastante jóvenes. Y sobre todo sobre el precio que pagamos por las cosas. Él nos contaba que cuando se estrenó la serie que lo catapultó a la fama, no podía salir a la calle porque todo el mundo lo conocía y que en ese momento entendió que nadie te regala ni un euro. Que todo lo que le pagaban no era solo por la serie, sino por los cambios que la fama iba a comportar en su vida. “Me he pasado más tiempo haciéndome fotos en la calle que rodando la serie”. Me pareció una reflexión interesantísima. Entender porqué nos pagan ayuda a poner mejor los precios. Algo que pasa también con los influencers. Vemos como muchos cobran un dineral “solo por subir una foto”, pero no es así. El dineral se lo pagan por tener una audiencia de miles o millones de personas. Y eso es un trabajo que han estado haciendo durante años, pico y pala. Es como si fuera un sueldo retroactivo por todo lo que ya has hecho. La foto es lo de menos. Con los emprendedores pasa igual.
Salieron temas muy interesantes con diferentes visiones según la edad y la perspectiva desde la que lo veíamos. Estuvimos hablando, debatiendo, compartiendo ideas… Y cuando nos levantamos de la mesa me di cuenta que el verdadero privilegio de los cuatro era habernos podido quedar a hablar tranquilamente sobre la vida y sobre nuestras profesiones un jueves a las doce del mediodía. Eso es, para mí, el verdadero lujo. No tener prisa. Poder quedarse a hablar. Que tu trabajo te permita parar y hacer algo tan poco productivo pero tan nutritivo como compartir opiniones con gente alrededor de una mesa. Esa es mi profesión cuando hay un micro delante, pero me encanta que cuando se deja de grabar podamos seguir hablando solo por el placer de compartir. Como dijo alguien: la vida no es para producir. La vida es para vivir.
Al final, son los pequeños detalles los que enamoran,ya sea en el amor, en el trabajo o en la vida. Por eso tenemos que tener los ojos, la mente y el corazón muy abiertos, para valorar y disfrutar esos momentos. Felicidades por r el texto.
Muy guay Enric, solo una cosa, a mi no me parece que lo que hicisteis sea poco productivo, creo que lo es, y mucho!!!
Bss