Esta semana he estado en Madrid. Me sienta bien visitar la ciudad en la que he vivido ocho años. Allí me pasaron algunas (muchas) de las cosas más importantes de mi vida. Viví solo, viví en pareja, se terminó, me enamoré de nuevo, construí un hogar, trabajé en el sitio soñado, acabé odiando ese trabajo. Aprendí que los sueños se actualizan. Hice un círculo de amigos. Se deshizo. Me fui, volví. Escribí mi primer libro, hice mi primer podcast. Se acabó el podcast, el amor y Madrid.
Todas las ciudades tienen su propia energía. Pero para notarla no vale con hacer turismo un fin de semana. Las ciudades hay que vivirlas. Barcelona y Madrid tienen energías totalmente opuestas. A mí me gustan las dos porque me ofrecen cosas distintas. Barcelona es bonita, cambiante, cosmopolita, artística, variada, soleada, nostálgica, inspiradora. Es casa, es calma, es paz. Madrid es grandeza, abundancia, es descarada, nocturna, potente, divertida. Es perderse, es risas, es guerra. Para mí, la combinación perfecta sería Barcelona de día y de noche Madrid.
Hay algo que pasa en Madrid, que no pasa en ninguna otra ciudad de España. Cada día es sábado. O mejor dicho, cada noche. No he visto una ciudad con más ambiente. En invierno y en verano, haga frío, calor, llueva o nieve, hacia las ocho de la tarde las terrazas de Madrid se llenan de gente que no tiene ninguna prisa por volver a casa. Las cervezas se juntan con picar algo, que se junta con las copas y termina en un martes cualquiera, a las tres de la mañana, cogiendo un taxi en Gran Vía. Madrid es para exprimirla a más no poder.
Y eso hago cuando voy. Quedo con amigos, me adapto rápido a ese ritmo despreocupado, a esos sueños grandes y a esas noches largas. Cenamos, reímos y recordamos. Siempre hay un nuevo proyecto, dos o tres ideas buenas, alguien que llega y alguien que se marcha. Porque Madrid también agota, que es lo que suele pasar con las cosas que te desbordan.
Y volviendo en el tren, pensaba, que siempre estamos a una sola idea de cambiar la forma de verlo todo. Lo he apuntado en las notas del móvil, no sé muy bien por qué. A veces, simplemente hay que irse a 600km de casa y echarte unas risas para desbloquearte. Es así de fácil y de difícil a la vez. Me encanta vivir en Barcelona pero seguir siendo parte de Madrid y saber que siempre estoy a un tren de salir de mi ciudad para volver a sentirme como en casa.
¿Puede que cada ciudad saque un personaje nuestro distinto?
Que manera taaan bonita de sacar lo mejor de dos ciudades que tiene magia. Otro sábado más donde empezar el día con tus palabras siempre da buena energía. Gracias por compartir y compartirte de manera tan bonita. A por el sábado!!