El otro día fui a Madrid a entrevistar a Miguel Ríos para el podcast Fanáticos que presento para FNAC. Miguel, con 79 años, tiene esa actitud de leyenda que ya se ha pasado el juego. Me pareció un buen tipo que quiere invertir todo el tiempo que le queda cantando encima del escenario que, como me dijo él mismo en la charla, es lo que más le gusta hacer en el mundo.
Y en esa conversación hubo algo que me llamó la atención. Hablando de su llegada a Madrid, allá por los años 60, comentó que veía Atocha inmensa. Y justo después matizó: “Luego se me ha ido empequeñeciendo”.
Me dio que pensar en cómo con el tiempo y la costumbre todo se nos va empequeñeciendo. Las cosas, pero también las personas. Aquello que vemos grande al inicio y que nos parece incluso inabarcable, con los años va haciéndose pequeño y a veces es tan minúsculo que ya ni se ve.
Acostumbrarse a algo no debería ser motivo de que ese algo, o alguien, se empequeñeciera, pero así somos. Quizá es nuestra mente la que se estira y se hace más grande, dejando pequeñas las cosas de nuestro alrededor. O quizá el tiempo es simplemente una máquina que deforma todo lo que nos rodea.
Sea como sea, una vez más la realidad nos demuestra que no existe. Que todo depende de los ojos con los que la observemos y que nunca vemos el mundo como es, sino que siempre lo vemos como somos.
Enorme como siempre!!! La releeré varias veces y continuare pensando en ellos durante días. Gracias por esto que despiertas
Amén!