La felicidad.

La felicidad no es un estado. La felicidad es una sensación. Uno no está feliz, uno se siente feliz. Por lo tanto, la felicidad es totalmente subjetiva. No existen unos estándares de felicidad donde uno por obligación deba serlo. Dos personas con las mismas cosas pueden sentirse uno feliz y otro infeliz. 

Por eso creo que, en gran parte, la felicidad depende de qué damos por hecho. A la pregunta “¿eres feliz?”, normalmente nuestro cerebro nos lleva a pensar en todo lo que nos falta, porque damos por hecho todo lo que ya tenemos. Pero si al día siguiente de perder a una persona querida nos preguntaran si ayer éramos felices, seguramente contestaríamos que sí. Por eso aquello de que tiempos pasados siempre fueron mejores, porque éramos felices pero nos faltaba perspectiva. Damos por hecho que lo que tenemos es un derecho y lo que nos falta es una necesidad. Y ni una cosa ni la otra. 

Si a la pregunta sobre si somos felices empezáramos por: “estoy vivo”, todo cambiaría mucho. Estoy vivo, estoy sano, me valgo por mi mismo, tengo familia y amigos. Y a partir de ahí lo que venga. Eso no significa que no podamos seguir avanzando y conquistando sueños e ilusiones que aún están por cumplir, sino estaríamos hablando de conformismo. Pero que queden cosas por hacer no significa que no valoremos y disfrutemos las que ya tenemos y damos por hechas. Se puede seguir avanzando desde la felicidad. No hace falta que todo esté mal para querer estar mejor.

Y ahora, piensa: ¿Eres feliz?