Nada es nuestro. Tan sencillo como eso y tan difícil de entender. Nada. Ni las personas, ni el dinero que poseemos, ni nuestra casa… por no ser, ni nuestro cuerpo es nuestro. Algún día lo dejaremos todo y nos iremos vete tú a saber dónde. Ahí ya cada cuál que crea lo que quiera. Y ni siquiera esa creencia nos pertenece.
Estamos de prestado en esta especie de videojuego al que llamamos vida. Un día llegará el Game Over y nos harán dejar todas “nuestras” pertenencias para largarnos ligeros de equipaje hacia el más allá. Que, por cierto, siempre he pensado en lo poco original que resulta lo de “más allá”. Teníamos que inventar un concepto que definiera un espacio mágico en el que pasaremos toda la eternidad y lo hemos llamado “más allá”. Nos ha faltado creatividad.
Pero volviendo a lo de no llevarse nada, creo que el mejor símil es el que utilizaron el otro día en una entrevista a la que me invitaron: “es como jugar con el dinero del casino”. Imagina que llegas a un casino y te dan mil euros. Comienzas a apostar y te va genial, estás en racha, lo multiplicas por dos y la gente corea tu nombre en la mesa de juego. Pero entonces te acuerdas de que el dinero no era tuyo. Ha sido emocionante y divertido, pero cuando salgas por la puerta del casino te irás con lo que has entrado. Nada.
La parte buena es que si apuestas a rojo, sale negro y ves como cada vez tienes menos fichas hasta acabar quedándote sin un solo euro, cuando salgas del casino también tendrás el mismo dinero que traías al entrar. Toda la frustración, la rabia y la tristeza que hayas sentido mientras perdías era real, pero no tenía demasiado sentido porque, en realidad, no estabas perdiendo nada tuyo.
Si ese concepto lo extrapolamos a todo lo que nos pasa en la vida, nos daremos cuenta de que nada es tan importante y mucho menos urgente. Jugamos con el dinero del casino. Nada nos pertenece. Lo único que nos llevaremos serán los recuerdos de las experiencias que hayamos vivido. Esas sí son nuestras.
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Como te gusta la levedad, pero me da la impresión que, en ciertos aspectos, eres más de pesadez de lo que quieres creer.
Me ha sorprendido mucho lo que has escrito. Quizá porque nadie o aparentemente nadie le da esa importancia a la vida.
Muchas gracias.