Dice un refrán japonés que cuando alguien se marcha de tu vida ya hace tiempo que se fue. Yo creo que nunca decimos adiós solo a la persona que tenemos delante. También decimos adiós a la persona que conocimos. Por eso duele tanto.
Cuando decimos adiós a un amigo, estamos diciendo adiós al día que nos presentaron, a la primera cerveza, a las risas cómplices, a los primeros planes… Cuando despedimos a un familiar, se muere con él también parte de nuestra infancia.
Decir adiós a una pareja es despedirse de la primera vez que la viste, del proyecto de futuro y de los recuerdos comunes que iban quedando en el pasado. Te despides de la ilusión con la que todo empezó. De las promesas. De los “siempre” y los “nunca”. Del huracán que entró en tu vida arrasando con todo. Dices adiós a las canciones que descubristeis juntos, a los conciertos, a las risas y a la primera vez que le dijiste te quiero… Cuando se acaba, dices adiós también a alguien que ya no existe y de quien, en realidad, jamás pudiste despedirte.
Así es el juego de los finales, en los que acabamos diciendo adiós a los principios.
Yo creo que también te despides de una parte de ti mismo, de quién eras mientras estabas con esa persona. De esa versión de ti.
Amb carinyo, ✨
Qué reflexión más interesante y bonita a la vez. Se nota tu buena pluma de periodista y de persona sensible. Os conocí a Alma y a ti gracias a Podimo. Me habéis hecho pasar muy buenos ratos, acompañándome en momentos difíciles en mi vida. Por eso siento vuestra ruptura casi como si fuera la de una pareja de amigos. Un fuerte abrazo y qué la fuerza te acompañe