Estoy escuchando un podcast en el que un escritor explica que, cuando su mujer y sus hijas se van unos días, le cuesta mantener las rutinas de vida saludable, escritura y orden. Dice que le da miedo la soledad porque, cuando está solo, todo se desmorona. Creo que a mí me pasa, de alguna forma, justo lo contrario.
A veces tengo miedo de que muchas de las cosas que hago, las haga solo porque me aburro. Cuando llega aquella sensación tan difícil de encontrar, pero tan maravillosa, que es la plenitud, no necesito escribir, ni hacer podcast, ni ver series, ni tomar fotos, ni leer, ni poner cosas en redes sociales. Cuando estoy acompañado y estoy bien, no necesito hacer nada más que estar vivo. Respirar. Estar. Quizá eso sea el amor: tener suficiente.
En cambio, cuando estoy solo, conecto con un estado difícil de definir que navega entre la nostalgia, el aburrimiento y la desazón que me empuja a hacer cosas sin parar. Devorar libros, ver la serie o el documental de moda, pensar ideas de nuevos formatos, salir a la calle a hacer fotos, ir a la exposición que me han recomendado, bajarme una app nueva o poner un stories en Instagram. Será que la soledad es un motor y a cada uno le enciende cosas diferentes.
Crear y compartir de forma compulsiva para mantener la mente ocupada y que el tiempo pase más rápido. Como al autor de la entrevista, a mí la soledad también me da miedo, pero por motivos distintos. Hace tiempo hablaba con un amigo que me decía que, cuando está mucho tiempo en casa leyendo, le salta una alarma de que algo no está funcionando en el equilibrio natural entre introspección y vida social. Y al revés también. Cuando cada noche tiene un plan, sabe que toca encerrarse unos días a hacer vida monacal.
Es raro que tu trabajo sea, en parte, contar cosas de tu vida. Porque cuando tu vida está bien no hay nada que contar. Es como si muchas de las cosas que gravitan a mi alrededor fueran solo una especie de tirita emocional para momentos en los que la vida te obliga a estar solo. Últimamente no tengo ganas ni siquiera de compartir cosas en redes sociales. Quizá es porque no tengo nada que contar o quizá , simplemente, las cosas importantes de verdad solo pueden ser vividas.
Al leerte me he dado cuenta de que esto también me pasa y nunca le había puesto palabras. Cuando estoy con gente me vuelvo más alegre y divertida, el tiempo pasa más rápido y no necesito más que disfrutar de la compañía sea de mi pareja, amigos, familia... Sin embargo cuando se asoma la soledad de un domingo sin planes, o de una mañana cualquiera en casa conmigo misma...me da por leer, escuchar podcast, limpiar, apuntarme a un curso, reordenar aquel cajón... Reconozco esa desazón en el pecho de la que hablas y esa necesidad de llenarla haciendo. A veces también la soledad me lleva a la apatía, al desorden, como a ese escritor. Sin embargo, no podría vivir sin esos momentos a solas. De alguna manera me reordenan por dentro. Es una especie de contradicción.
Gracias por ponerle palabras, Enric.
En mi opinión esto no tiene que ver con la soledad y el hacer , en mi opinión uno hace cuando se inspira y a mi parecer hacer es necesario porque no hacer también puede llevarte al aburrimiento . Uno no hace cuando está enamorado porque lo que hace es estar con la otra persona , lo que hace es dedicarle tiempo porque lo que hace o está haciendo es conocerla . Así que , lo que yo creo es que siempre se está haciendo . Y en cuanto al escritor y a muchas personas no es la soledad , es que están acostumbrados a que les manden , son ejecutores en cuanto a personalidad y cuando están solos simplemente no saben qué hacer.
Dedicarle más tiempo a libros , redes y pensar cosas nuevas se hace cuando uno está solo efectivamente pero porque estás mirando dentro de ti .
Cuando estás con alguien , estás con ese alguien y no es que no necesites pensar o hacer es que estás dedicando tiempo a otros .
Un abrazo
PD el enamoramiento llega se disfruta y se acaba y entonces sois dos pensando ( eso con suerte claro 😂)